First They Killed My Father: A Daughter of Cambodia
Remembers (2017)
Dirección: Angelina Jolie
Guión: Loung Ung y Angelina Jolie
Protagonistas: Sareum Srey Moch, Phoeung Kompheak, Sveng
Socheata, etc.
De pronto, una obra de arte nos despierta de una bofetada,
nos hace percatarnos de que nuestra vida cotidiana y nuestro paisaje informativo
están repletos de vanidad y lo que hoy nos alarma y nos indigna no trasciende
la frivolidad.
No hay como tocar el fondo de la miseria y el peligro para
comprender que el espanto y la humanidad van de la mano en los peores momentos
de la historia.
Sobre todo, no me esperaba que la extraordinario
largometraje First They Killed My Father: A Daughter of Cambodia Remembers
(2017) [Primero, mataron a mi padre: una hija de Cambodia recuerda] fuera
dirigido por Angelina Jolie. Ya sus
cintas Unbroken de 1914 y By the Sea al siguiente año anunciaban su gran
talento como cineasta, sin embargo, me sorprendió ver su nombre en los créditos
finales de este filme tras haberme estremecido hasta la médula durante sus
intensos ciento treinta y seis minutos.
El cine es imagen. Por ello, Chaplin se empeñó en continuar
filmando películas silentes incluso desués de la generalización del cine
sonoro. La mestría directoral de la Jolie nos permite seguir la profunda trama
de la película, hablada en su totalidad en khmer y vietnamita, casi sin
necesidad de subtítulos. La imagen toma el mando desde la primera escena para arrastrarnos por los incontables círculos infernales que transita la
protagonista hasta su glorioso final.
First They Killed My Father es una adaptación
cinematográfica del libro homónimo de Loung Ung sobre sus memorias durante la
dominacion del Khmer Rojo en Cambodia. El estelar guion cinematográfico es el
resultado de la cooperación conjunta entre la autora y la directora del filme.
La historia se cuenta a través de los ojos y los recuerdos
contrastantes de una Loung Ung de siete años, interpretada soberbiamente por Sareum
Srey Moch.
Los ojos infantiles nos hacen descender interminables escalones del horror comunista, llevado a su
máxima expresión por el Khmer Rojo en Cambodia entre 1975 y 1980. Durante este
período, Cambodia perdió la cuarta parte de su población entre ejecuciones,
hambrunas y enfermedades, además de destruirse buena parte de su infraestructura
y de sus monumentos históricos.
Una vez que los norteamericanos abandonaron el
gobierno
Camboyano a su suerte, el Khmer Rojo (apoyado por la China comunista) ocupó el
país para imponer el régimen más represivo conocido por la modernidad,
superando con creces la revolución cultural maoísta, las represiones y la
colectivización estalinistas y el holocausto hitleriano. 
La película sigue la mirada infantil de Luong Ung quien
contempla sin comprender el desalojo de la población de sus hogares, su expulsión
en masa de la ciudad al campo, la
desintegración familiar, el despojo de toda posesión personal, la represión de
quienes representaran el antiguo régimen y la “contaminación” occidental.
Incluso, presencia el castigo de un hombre que ha utilizado una medicina
occidental para salvar la vida de su pequeña enferma.
La población se ve reducida a una exclusiva muda de ropa la
cual deben teñir malamente de negro para que todos luzcan
iguales. Cada cual debe construir su precaria choza, y vivir y trabajar en
forma colectiva en el campo a cambio de sólo una magra ración de comida, ya que
la producción de las granjas comunales se enviaba casi completamente al
ejército. Cualquiera que intentara tomar un bocado de los frutos de su trabajo
era castigado con severidad.
Luong Ung ve cómo se llevan a
su padre para ejecutarlo y pierde a su hermana enferma en una hospital donde
los enfermos sen dejados morir sin atención médica. Poco a poco, la situación
se agrava y la madre debe obligar a sus cinco hijos restantes a dispersarse
para que puedan sobrevivir cada uno a su suerte. Así, la protagonista inicia la
segunda parte de su viaje infernal.
A pesar de su extensión, lo deprimente de la trama, el
profundo pauperismo y la violencia generalizada, la firme mano de la Jolien nos
guía por una trama que nos empuja cada vez más abajo en el abismo infernal del
comunismo sin dejar cabos sueltos ni perderse en desvíos ni hacer concesiones.
La cámara se halla siempre en el ángulo adecuado para contar
el viacrucis de Luong Ung, apoyada por una banda sonora apropiada y actuaciones
que aprehenden a la perfección la cotidianidad del terror, la penuria y la
desesperanza.
La cinta llega al fondo de las consecuencias del
igualitarismo totalitario que, disfrazado del humanismo y nacionalismo
extremos, conduce indefectiblemente a la destrucción total y al despojo
absoluto de la humanidad.
La película de la Jolie llega en momentos en que la
atmósfera extremista y populista ha conducido a una parte importante de las
producciones artísticas a una parcialización izquierdista olvidando los
ejemplos de Cambodia, China, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, donde se ha
demostrado que el izquierdismo extremo sólo conduce al totalitarismo más
destructivo y genocida.